Prensa

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Escuchamos poca poesía. Una escasez de palabras que se resisten a ser tratadas como silabas en ristra o soniquetes rodantes. Por eso se agradece siempre el atrevimiento de pronunciar unos versos.
Mucho de lo que hoy hemos visto ha sido un experimento y un atrevimiento, según su interprete ha dicho. Un recital que ha hecho dialogar a Bécquer con Quevedo aparentemente tan distantes en el estilo y en el tiempo como nosotros, pero hablando de lo mismo. Lo de siempre, eso a lo que nacimos pegados. Poemas sobre El amor y la muerte. Y ha sido un atrevimiento dichoso con una música (excelso Jorge Rivera) que nos temíamos estridente y no lo ha sido. Ha sabido acompañar desde el futuro y la vanguardia a lo que se compuso en otra época.
Pero quizá imponían demasiado Bécquer y Quevedo como para deslizarse por el juego y la fantasía sin un inevitable respeto reverencial. El miedo a ser excesivo, a profanar la palabra convertida en ceremonia. Bastaban los poemas y la presencia soberana de un monstruo de la escena como Pedro Casablanc. La palabra casi desnuda, vestida de negro y luces de penumbra sólo con el arte del actor. Una escena escueta, llena de otro tiempo y siglo de oro. Paja y silencio. Sonaba muy bien. Pero nos ha sabido a poco. La solemnidad de la apuesta la ha dejado un tanto retraída. Los clásicos imponen porque hablan de los que los proclaman y de los que los escuchan, de la eternidad y se nos notaba en la cara.
No es un reproche, no estorbó nada ni nadie, era el atrevimiento Pedro pero queríamos más, más juegos de narices superlativas y oscuras golondrinas, mas muerte bailando enamorada entre decrépitas danzas de forenses. Más espejos que nos enfrentaran infalibles al destino y a los muros cansados de la patria mía. Más.
Ya es de agradecer que alguien se atreva a tanto y a tan poco. Tenía su riesgo pero merecía la pena.
Y por eso yo se lo agradezco.
Habrá quien piense que con estas cosas no se juega pero yo no he tenido bastante, quería seguir jugando… Pedro suele volar muy alto y hoy le hemos visto humilde, cuidadoso, venerando unos versos casi sin atreverse a recitarlos. Más juego, más fama, más teatro...hemos echado en falta que nos llevara más lejos. Siempre se queda uno con el poema en los labios.
Cuanto habrán disfrutado en los ensayos Pedro Casablanc y Jorge Rivera a solas con Bécquer y Quevedo. Cuanto.
Y nosotros también.
Gracias.

Vista Teatral - Corral de Cervantes.

Bécquer y Quevedo: Amor y Muerte’ es un recital con música y espacio sonoro creados para la ocasión e interpretados en directo, que Pedro Casablanc presentará los días 18 y 19 de agosto en el Monasterio de Suso (San Millán de la Cogolla) y en Santa María la Real (Nájera) dentro del festival Voces de la Lengua. Con una propuesta escénica minimalista, un público cercano podrá escuchar la voz del actor y la banda sonora original que traerán las palabras de Bécquer y Quevedo al presente.

«Es un duelo diálectico entre Quevedo y Bécquer», comenta Casablanc, que ha seleccionado las casi 30 piezas que componen el espectáculo. «Su intercambio de pareceres sobre el amor y la muerte me hace comprender el tiempo cronológico como un largo recorrido lleno de posadas donde sentarse a reflexionar. Entre ambos se establece un diálogo a través de los siglos y entre dos formas de entender la vida y el arte. El barroco, con su pesadumbre y su raciocinio en la estructura férrea de los sonetos, y el romántico volátil y libre en su versificación».

El actor está acompañado en directo por Jorge Rivera, que ha creado el espacio sonoro y más de 25 piezas originales, una por cada fragmento que Casablanc recitará para el público. Rivera recibió el encargo de Casablanc de hacer una música «que huyera de lo típicamente Barroco» y que apoyara lo que se recita. Por ello, las piezas están creadas con efectos de sonido, texturas electrónicas, riffs e instrumentos distorsionados en una expresión ecléctica, de cadencia ritual y obsesiva, que da predominancia en todo momento a la palabra hablada, y la refuerza por suma o por contraste: «Me interesan los contrastes», explica Rivera, «y he creado cada pieza atendiendo a la atmósfera del texto y a la cadencia de Pedro recitando, sin importarme si lo que pedía era rock, música tradicional, clásica o electrónica».

Tras su paso por La Rioja, este recital visitará el Corral Cervantes de Madrid los días 29 y 30 de septiembre, antes de girar por España en 2024 tanto en teatros como en espacios no convencionales.

Artezblai

El pasado mes de septiembre, el Corral Cervantes sorprendía con una nueva apuesta por la poesía en directo. En su línea sobre el amor y la recuperación de los clásicos, en esta ocasión, se dio voz a Gustavo Adolfo Bécquer y a Francisco de Quevedo, en un montaje original de la mano de Pedro Casablanc.

Bécquer y Quevedo (Amor y muerte) es un recital en el que se hace una loa a estos dos maestros de nuestras letras destacando como hilo de unión dos temas atemporales en el mundo poético: el amor y la muerte. Así, a lo largo de la representación, el público viaja por la obra de ambos, intercambiada a momentos; reconociendo muchos de los poemas y textos, véase la rima LIII y “A una nariz”, con las que se hizo una nueva composición muy acertada y asombrosa, pero descubriendo otros muchos.
El encargado de llevar a cabo esta maravillosa proeza es Pedro Casablanc. Con una gran maestría, solo acompañado de la genial música en directo y de algunos efectos sonoros de Jorge Rivera y con el único uso de la palabra; crea magia y homenaje en cada proclama de los poemas. Composiciones líricas que recita de memoria, solo apoyado en algunas ocasiones por algunos apuntes, rara avis en este tipo de obras en los últimos tiempos. A todo ello hay que unirle una declamación perfecta, cambiando el tono según el tema y el autor. Ante esto, no cabe crítica alguna y solo hay que levantarse para aplaudir con fuerza al maestro.

Proyecto Duas
Pedro Casablanc  - Jorge Rivera
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